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domingo, noviembre 29, 2009

Jugadores argentinos por el mundo

Cada vez se acentúa más la ida de los basquetbolistas argentinos para terminar jugando en el exterior. Y esta tendencia va en aumento luego de la crisis de 2001 que provocó la partida en masa de muchos jugadores jóvenes que vieron un futuro mejor en las ligas del resto del mundo.

Y esto en contrapartida con lo que siempre fue la idea base de nuestra Liga Nacional: el desarrollo de futuros jugadores sustentados en una competencia de nivel que les posibilitara mostrarse y afianzarse. Pero la realidad económica hizo que muchos fueran a buscar suerte a otros países, tentados por una oportunidad mejor-no solo monetaria-, sino también deportiva.

La chance de jugar en países como Italia y España principalmente influyó para que nuestros basquetbolistas no vean como una única salida su formación en estas tierras. Se empezó a considerar y a evaluar lo que ofrecían otras ligas y es por eso que por estos días la cantidad de jugadores sigue en aumento.

Hoy. En una parrilla a gas, de San Antonio, Estados Unidos; en una noche de asado en Granada, España; en una charla de vestuario con la música de Bersuit de fondo, en Zaragoza; en una ronda de mate en Massafra, Italia…

El acento los distingue, la bandera celeste y blanca los reúne. Por una razón tal vez vinculada al desarraigo, los 231 basquetbolistas argentinos dispersos por el mundo tienden a conservar las costumbres de nuestro país, a aferrarse a ellas. Algunos llegan, otros luchan por triunfar; algunos persiguen sus ambiciones, otros se conforman sólo con tener un medio de vida.

El caso más impactante de la historia reciente lo protagoniza el bahiense Bruno Cerella, un polifuncional escolta de 22 años y 1,94 m. Es uno de los tantos que se fueron sin demasiados pergaminos. Era apenas un correcto juvenil de Pueyrredón de Bahía Blanca, con el sueño de realizar una experiencia lejos de casa y, de paso, vivir del básquetbol. De esos hay muchos.

Es, también, uno de los tantos que percibió que podía trascender más allá de las fronteras del semiprofesionalismo y aprovechó la oportunidad. De esos, abundan. Y es, finalmente, uno de los pocos que pudo consagrarse. De esos, hay apenas un grupito. Sus etapas de crecimiento resumen esas tres realidades.

Repasa: “Yo pasé por todos los niveles desde 2004, cuando me vine. El primer año estuve en Massafra en C-2. Allí empecé a hacer mi adaptación, es una categoría tranquila. A mitad de año me fui a Senise, también en C-2. El segundo año pasé a Salerno, siempre en C-2. El tercer año, en B-2, lo hice en Potenza: salimos campeones y ascendimos… Pero mi mejor temporada resultó la siguiente, con el mismo equipo en B-1”. Y concluye su epopeya: “Ahí, Carlo Recalcati me convocó para la Selección Nacional ‘A’ ".

"En 2008 jugué amistosos y dos torneos, en Roseto y Verona. Entré en nueve partidos y llegué a meterle 18 puntos a República Checa. Me llamó también para la gira de la Selección Italiana Sub-22 por Estados Unidos y Canadá. En enero de este año estuve dos días de concentración entrenándome con los mayores en Porto San Giorgio… Me cuesta creerlo. Jamás pensé que podría vivir del básquetbol como lo hago ahora”. Cerella estaba libre de “elegibilidad internacional”.

Italia está repleta de historias particulares. Allí, Leonardo Mauti –primer caso de un argentino de doping positivo en nuestra Liga Nacional (año 2000)– juega con su hijo Julián. Allí,Wálter D’Alessandro todavía puede jugar con 44 años.

Cuenta Cerella: “Estar acá es una experiencia de vida, más allá de lo deportivo. Puede ser mal visto, pero si lo tomás de esa manera esto es inigualable: viajás, aprendés idiomas, vivís del deporte, ahorrás dinero para tu futuro… Acá, en la cuarta categoría hay tipos que cobran entre dos mil y tres mil euros de sueldo, más casa y comida…”.

Mientras tanto en la quinta categoría de España, la EBA, cada vez se suman más argentinos, ya hay 19. Dos de ellos están empezando y se consagraron campeones sudamericanos de cadetes invictos en Posadas 2007: el entrerriano Gabriel Meriano y el santafesino Alfio Niello.


Juan Gutiérrez del Club Baloncesto Granada, dice: “No estoy de acuerdo con que un joven con futuro se quede en el país jugando solamente cuatro minutos o nada. Si se estanca en el banco, es preferible traerlo a jugar a la EBA y que se entrene dos turnos con el equipo de ACB… “.


Dante Richotti, sobrino de Marcelo y hoy uno de los bases más respetados en la B-2 italiana, cuenta su experiencia: “Para mí, en diciembre de 2003, era mucho más tentador poder viajar y conocer Europa que jugar en la Liga. Además, ya no era tan chico, tenía 18 años, y no veía muchas oportunidades para llegar. Así que, cuando salió la chance, ni dudé…”.


Un ángulo diferente es el del cordobés Juan Manuel Fernández, hijo del “Lobito”, campeón panamericano Sub-18 con la Argentina que, por insistencia de Pepe Sánchez, el 5 de enero de 2009 inició la excitante aventura del “college” norteamericano. Como él, está en Temple. Opina: “Me interesa aprender, formarme y estudiar…”.


Este es el análisis de Juan: “Me hubiese gustado jugar la Liga Nacional, la viví desde chiquito con mi viejo. Hubiera sido lindo estar en la posición que él estaba cuando la Liga se encontraba en sus mejores épocas. Me decidí por Temple con la idea de que siempre va a haber tiempo de convertirme en un jugador profesional, con un contrato de por medio y cobrando un sueldo. Era lo que iba a pasar si me iba a un club, fuera en la Argentina o en Europa. Pero si ahora hacía eso, perdía la chance de venir a Temple".



Y continúa: "Por eso me decidí por la universidad, donde no tienen las presiones que tienen los clubes y donde sabés que los chicos juegan porque están todos en las mismas condiciones que vos, son todos estudiantes, y tus minutos no dependen de un técnico que por ahí recibe las presión de poner a los adultos para ganar, como en los clubes…".



"En estos cuatro años –que es mi idea estar acá–, sé que voy a seguir aprendiendo, desarrollándome, jugando si todo sale bien y –aparte– estudiando, que es lo que quieren mis padres. Si Dios quiere, después de esto tendré mi oportunidad de convertirme en un jugador profesional. Pero no ahora, tampoco quería eso todavía”, sostiene Fernandez.


El primer argentino en jugar en el exterior fue Oscar Alberto Furlong en 1953, partiendo de Gimnasia y Esgrima de Villa del Parque hacia la Southern Methodist University, de Dallas (Texas), perteneciente a la División I de la NCAA norteamericana. Furlong ya tenía trascendencia internacional y había sido campeón mundial en 1950 con Argentina.


Por estos días, a él lo siguen muchos compatriotas y en las más variadas ligas del mundo. Sin duda que la cantera argentina provee de excelentes jugadores a otros países, pero la idea de buscar nuevos horizontes solo es beneficioso para ellos (los jugadores) y no tanto para nuestra Liga que ve como sus hijos se van cada vez más temprano hacia nuevos rumbos.

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